Una visión general del conjunto minero de Aldea Moret (Cáceres)

Escribir sobre la minería en Extremadura, y en concreto en Aldea Moret (Cáceres), para mí es evocar recuerdos personales como descendiente de mineros recordando aquellas historias que mi abuelo me contaba cuando era un niño y paseábamos entre las ruinas del poblado minero o cuando en aquellas tardes pasábamos por delante de alguno de los pozos de las minas que aún están en pie. Hoy aquello queda en mi recuerdo, pero ya como historiador aprecio mucho más aquello que todavía aprecio ya que son mis raíces, y no podía obviarlo y sacarlo en algunas de mis entradas; no obstante, es cierto que escribir sobre la historia de Aldea Moret es sumergirnos en la historia reciente de Cáceres pues es hacer una crónica que nos aproxima a conocer mejor la mayor experiencia industrial de Extremadura en su camino hacia la modernización en una tierra las dependencias sociales y laborales en el arraigado mundo rural eran especialmente injustas; es decir, que penetrar en este mundo de la minería es también hacerlo en las ilusiones de miles de personas que creían encontrar en esta actividad una manera de librarse de esas dependencias laborales que el mundo rural ejercía sobre los más humildes en pleno siglo XIX.

Hoy, ese “viejo” paisaje minero de Aldea Moret al que trataremos hacer una aproximación es Bien de Interés Cultural que ha ampliado con creces el inventario minero cacereño; un patrimonio al que trataremos de acercarnos ya que al igual que para mí, como descendiente directo de mineros, es un lugar del que provienen muchos hombres y mujeres que siempre se consideraron “mineros” por ser de Aldea Moret, el cordón umbilical que desde hace generaciones les une a Cáceres, una ciudad que no debe olvidar jamás a quienes desde las mismas entrañas de la tierra perdieron hasta su vida en el sacrificado oficio de minero.

El descubrimiento de fosforita en Cáceres en 1864 resultó ser tan solo una pequeña muestra de lo que contenían unas tierras muy ricas en fósforo. A partir de ese hallazgo, nacería en el Calerizo, a poco más de 3 kilómetros al sur de Cáceres, y a unos 800 metros de la bifurcación de las carreteras de Mérida y Badajoz, un asentamiento minero industrial que llegaría a contar con 12 pozos de extracción de mineral y 119 construcciones. Contando demasías y minas de otros minerales distintos al fosfato (hierro, estaño, cobre o plomo), el número de concesiones mineras en Cáceres hacia 1912 se elevaba a 54. Sólo una era de plomo, dos de cobre, tres de estaño, veintidós eran de hierro y veintisiete eran de fosfatos.

La concesión minera más antigua de la que se tiene constancia en Cáceres es la de la mina de fosfatos de La Estrella, que data del 5 de septiembre de 1864. Ese mismo año, el 4 de diciembre, se concede la concesión de La Casualidad. Al año siguiente, en 1865, el 29 de diciembre se conceden las de La Abundancia y la Demasía de Casualidad. La explotación no debió ser muy atrayente para los intereses económicos de la época en un principio, ya que hasta el 4 de diciembre de 1866 no conceden las siguientes concesiones que serán las de la Demasía de San Eugenio y la 2ª Demasía de San Eugenio; de tal forma que en este mismo año se inicia la explotación a cielo abierto por la sociedad minera de La Fraternidad. El mineral se llevaba en carretas a Lisboa. Hay que aguardar hasta 1868, el 7 de septiembre, para la concesión de La Perla. El 13 de enero de 1869 se concede la del Lucero. Sin embargo, en 1872 algo cambia, ya que aparece en juego otra nueva empresa y las concesiones se suceden a un ritmo de vértigo (dos o tres anualmente) hasta 1880.

Pero el verdadero impulso llega cuando el político D. Segismundo Moret y Prendergast (varias veces Ministro y dos veces Presidente del Gobierno), se hace con la concesión y  adquiriendo las exploraciones mineras, de este modo crea la Sociedad General de Fosfatos de Cáceres en 1876.  Con su incorporación, las minas se industrializan e incorporan nueva maquinaria a vapor, especialmente para extraer las jaulas de los mineros en el interior de los pozos además de nuevos ingenios que conseguían desprender grandes porciones de roca introduciendo grandes cuñas ayudadas por el impulso de las máquinas de vapor.

Hacia 1902  la Sociedad General de Fosfatos cambia de nombre por el de Sociedad General de Industria y Comercio, con sede en Bilbao, y cuyo representante en Cáceres era D. Adrián Caldera Cepeda. En 1912 las minas de Aldea Moret ya figuran como propiedad de esta nueva sociedad; no obstante solo se trata de un cambio de nombre pues no hay alusión alguna a la venta de la misma o cambio de titulares de la concesión minera. Hacia 1913, las minas están a pleno rendimiento, debían funcionar muy bien ya que hay constancia de que la Sociedad General de Industria y Comercio contaba con un capital de 25 millones de pesetas y contaba con fábricas además de en Cáceres, en Bilbao, Oviedo, Madrid, Sevilla, Cartagena, Barcelona y Lisboa.

Ya en 1925 tenemos constancia de que en Cáceres están funcionando una gran cantidad de minas de fosfatos, todas, propiedad de esta Sociedad General de Industria y Comercio, componiendo un gran coto minero. Las minas eran: Industria, San Salvador, Demasía de San Salvador, Esmeralda, Demasía de Esmeralda, Nolonecesito, San Eugenio, Demasía de San Eugenio, 2ª Demasía de San Eugenio, Estrella, Esperanza, Santa Teresa, Casualidad, Demasía de Casualidad, Lucero, Abundancia, Demasía de Abundancia, 2ª Demasía de Abundancia, Cacereña, Demasía La Cacereña, La Perla, Comercio, Geinco, Labradora y Demasía Labradora.

En 1958 comienzan a explotarse  los fosfatos del Sahara en Abu-Craa, con explotaciones a cielo abierto, contra cuya explotación Aldea Moret no podía competir y empieza el declive de esta cuenca minera cuya principal producción se centraba en los fosfatos y cuya segunda producción, la del hierro, ya se había visto afectada por las industrias de la zona cantábrica por la que el régimen franquista había apostado en la década de 1950. Es obvio que a partir de aquí el declive de las explotaciones de Aldea Moret es cada vez más acuciante hasta 1960 cuando se cierra la última de las minas, La Abundancia; no obstante, el expediente de crisis no se hace efectivo hasta tres años después, en 1963, coincidiendo con la inauguración de la nueva estación de ferrocarril de Cáceres, situada en la ubicación actual, y que sustituyó a la de 1881 que se hallaba en la zona de Los Fratres, entre la avenida de Alemania y la avenida de Isabel de Moctezuma.

Hecho esta aproximación superficial de la historia de la explotación minera de Aldea Moret, pasamos a conocer algunos de los edificios e infraestructuras que aún quedan en pie testigos de ese pasado, deseando contarnos su historia, en muchos casos trágica, ya que se tiene constancia tanto documental como testimonial de accidentes en estos pozos, frecuentemente por derrumbes de los túneles o enfermedades respiratorias; además de la duras y largas jornadas de trabajo diario aunque las asociaciones y los primeros teóricos del socialismo empezaron a lograr mejoras en las condiciones laborales, y ya en 1890 el objetivo no sólo era lograr las ocho horas de trabajo por jornada diaria sino también acabar con la sobreexplotación de las mujeres en el trabajo y acabar con el trabajo infantil, muchos de los cuales trabajaban en las minas por su pequeña estatura y fácil acceso a los pequeños respiraderos de las minas, y sobre todo conseguir un día de reposo por semana al que hasta entonces no se tenía derecho. En Aldea Moret, en 1910 parece que ya se había cumplido la ley que obligaba al descanso dominical, aunque no disponían aún de ninguna institución de ahorro de ninguna clase.

Tal y como hemos comentado antes, el conjunto minero es declarado Bien de Interés Cultural en 2010 (Por resolución de 26 de enero de 2010, de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura, publicada en el BOE de 12 de marzo de 2010) es por ello que, a partir de este punto, comenzaremos un estudio más en profundidad acercándonos un poco a la arqueología de estas estructuras.

La primera de las estructuras mineras que vamos a estudiar en el presente trabajo son las minas de San Salvador, popularmente conocida en Aldea Moret por su forma como “El Torreón”, y el pozo Estuardo. De su historia poco podemos destacar que no hayamos dicho anteriormente: las primeras prospecciones con resultados positivos se hicieron en 1864, en 1866 comenzaron las explotaciones y en 1876 Segismundo Moret fundó la sociedad general de Fosfatos de Cáceres. En 1908 la Sociedad General de la Industria y el Comercio, filial de la U.E. de Explosivos, adquirió las minas y llevó a cabo una profunda remodelación de las instalaciones mineras y de la planta industrial, más tarde, en 1921, la U.E. de Explosivos pasó a ser el accionista mayoritario. En 1960 cesó la producción minera. En cuanto a este conjunto se trata de dos pozos y un trincherón con acceso a un socavón. Los castilletes y casas de máquinas de los pozos están construidos con mampostería y ladrillos en machones, huecos, limas, rodoblones, etc.

Son edificaciones con un diseño muy cuidado, que podrían integrarse en alguna de las corrientes de la arquitectura industrial de finales del s. XIX. Iniciaron su funcionamiento con máquinas de vapor muy evolucionadas, para adaptarse posteriormente a la electrificación. Se encuentran en mejor estado las instalaciones del pozo San Salvador que los del pozo María Estuardo, y en sus proximidades se sitúan unos cuarteles y otros restos de edificaciones auxiliares.

Otra de las edificaciones es el Pozo Esmeralda, el cual fue, junto con El Calerizo, uno de los primeros tajos de extracción de los fosfatos y sus vicisitudes han sido las del complejo de minas y fábrica; y que agrupa un gran número de vestigios de las instalaciones mineras. La casa de máquinas y la chimenea aneja correspondían a una instalación de vapor de cilindro horizontal, para el desagüe y el desplazamiento vertical de cargas, y posteriormente se adaptó a sistemas eléctricos. Aparte del edificio para la extracción, se mantienen varias viviendas y otros edificios auxiliares.

En tercera posición debemos también resaltar la figura del Pozo de la Abundancia, hoy convertido en Centro de Interpretación de la Minería, y que abre sus puertas allá por 1984 hasta su cierre en 1960 (de hecho fue el último pozo en cesar su actividad).

No obstante existen otras muchas infraestructuras relacionadas con los pozos, y otras muchas bocas de las minas que ya no existen pero diferentes fuentes sabemos que estuvieron y algunas de las cuales ya hemos nombrado, y aún hoy su presencia es palpable en el barrio de Aldea Moret por el nombre de muchas calles que en ocasiones nos indican la proximidad de los pozos. Sin duda alguna, uno de los edificios “insignia” de este conjunto minero es el edificio de Embarcadero cuyas obras duraron año y medio, y se finaliza en 1958 y cuya misión era la de embarcar en el ferrocarril de manera segura el mineral extraído hasta los puntos de ventas. Muy cerca de este se halla el Malacate, un antiguo artilugio mecánico que a modo de cabrestante invertido (movidos por caballerías) se usaban en las minas para extraer minerales, agua o escombros. En 1876 cuando D. Segismundo Moret adquiere las minas se incorporan las máquinas de vapor y estos son reconvertidos en almacenes.

Finalmente, acabamos este pequeño recorrido homenaje a ese pasado minero de Aldea Moret en la Iglesia de San Eugenio cuyo proyecto de construcción ve la luz hacia 1880 cuando se empiezan las gestiones para su construcción, las obras empiezan en 1883 y se inaugura finalmente el 3 de Junio de 1886, día de la Ascensión del Señor.

Fuentes

GARCIA MOYA, F.; JIMENEZ BERROCAL, F. MARTIN BORREGUERO, J.C. “La Vida Minera en Aldea Moret”, Excmo. Ayuntamiento de Cáceres, Cáceres, 2009.

Estudio del Patrimonio Minero de Extremadura, Junta de Extremadura, Julio de 2009.

LOZANO BARTOLOZZI, M.M. “La parroquia de San Eugenio del Poblado Minero de Aldea Moret (Cáceres). Proceso Constructivo”.

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